El Real de Minas de la Limpia Concepción de los Álamos de Catorce
El Real de Minas de la Limpia Concepción de los Álamos de Catorce, es el nombre que se le dio al lugar, a raíz de la muerte que dieron los indios bárbaros a catorce soldados españoles, poco tiempo después de conquistado el territorio potosino.
La montaña en la que se asienta el Real de Catorce, llamada Barriga de Plata, ocasionó una "fiebre de oro" semejante a la que después se produciría en los estados de Nevada y California.
Se dice que en 1733, la sierra de Catorce estaba cubierta de bosques, pero antes de haber transcurrido cincuenta años ya no quedaba ningún árbol ni matorral.
Las minas del Real de Catorce fueron descubiertas en 1772, confirmadas por el licenciado Silvestre López Portillo. Catorce además de tener el mineral más próspero y progresista de San Luis Potosí, fue uno de los mejores de la Nueva España.
El coronel López Portillo establece en una carta suya el 23 de julio de 1772 como la fecha de fundación. Sin embargo, es hasta 1778 cuando se funda el Real, pues un gran número de mineros acudieron al lugar a establecerse y trabajar en las minas.
Las minas de Catorce eran tan ricas, que cuando Humboldt visitó México entre 1803 y 1804, afirmó que éstas ocupaban el segundo o tercer lugar entre las minas de la Nueva España por la cantidad de plata que producían.
Fueron Sebastián Coronado y Manuel Martínez los descubridores de las primeras vetas de plata. Aunque Bernabé Zepeda teniendo mayor preparación que otros mineros analfabetas, fue quien "descifró" y dio a conocer las enormes riquezas minerales del lugar, y a raíz de eso, gran cantidad de mineros acudieron hasta formar la población a finales de 1778.
Existe un informe de febrero de 1782, el cual dice que en Catorce se descubrieron en menos de un mes cuarenta y ocho minas que producían plata.
La persona que se eligió por el Tribunal de Minería y de la Audiencia para dirigir el asentamiento y la seguridad de la población fue nada menos que Silvestre López Portillo, ilustre de Abogados de la Corte de México, del Real Tribunal General del Cuerpo de Minería del Reino, teniente coronel de infantería de la Legión de San Carlos, así como diputado y apoderado legal de la Minería de San Luis Potosí y Guadalcázar.
Este personaje además era minero y había trabajado en las minas de Guanajuato, Guadalcázar, Cerro de San Pedro y otros Reales. Para el 14 de abril de 1779 don Silvestre ya desempañaba su comisión.
Es de hacer notar que en 1777 había sido creado el Tribunal de Minería en la Ciudad de México para que administrara y fomentara los negocios del ramo.
El Lic. López Portillo tuvo como principal empeño el cambiar el Real del lugar en el cual se había asentado la población improvisadamente a un lugar más adecuado por su topografía, amplitud, facilidad de acceso y abasto de agua; pero los mineros se resistieron decididamente, quedándose finalmente donde estaba.
La ubicación de la población en zonas de difícil topografía en la vecindad de las minas que le dan origen, es característica de las poblaciones mineras en América y en México.
Son comparables, por ejemplo, los casos de Guanajuato, Taxco, Pachuca y Zacatecas; pero podemos afirmar que dentro de éste tipo de ciudades, Real de Catorce es la que se estableció en las condiciones más adversas.
El licenciado López Portillo finalmente, muy a su pesar, realizó la traza definitiva del Real usando lo espontáneamente ya delineado por los primeros pobladores.
La explotación anárquica de las minas, así como la inexperiencia técnica de los pioneros, fue arreglada por López Portillo en 1779 con disposiciones y con la llegada de mineros más experimentados.
Durante el Porfiriato otra buena época ocurre a Real de Catorce, quizá la mejor -su edad de oro- y es este tiempo en que ya era una población grande y con una bien integrada vida socio-económica. La llegada de dos autodidactas mineros de gran talento vinieron a revolucionar la minería catorcena, siendo estos Francisco M. Coghlan y Vicente Irizar.
La mina más próspera e importante fue la de San Agustín, tanto por la abundancia de su producción, como por la uniformidad de la ley de plata. Esta mina tenía un tiro de 6.25 x 3 metros y una profundidad de 300 metros. Se desaguaba constantemente con una máquina de vapor y se extraía el metal usando un malacate.
La mina La Purísima era la de mayor profundidad tenía 503 metros y tres tiros. En esta se usó por primera vez la dinamita para su explotación en el año 1873.
Otras minas de importancia fueron la Valenciana, San José, y Guadalupe, las cuales tenían tiros de 335 metros cada una. San Gerónimo- por cierto muy rica- tenía un tiro de 300 metros. Pero la mina con mayor actividad y población fue la de San Agustín.
En las cercanías de las minas se situaron pequeñas haciendas de beneficio, pues el terreno montañoso y la escasez de agua impedían que fueran más grandes. Fue por esto que las principales haciendas de beneficio de los metales ex-traídos de las minas, se establecieran en poblaciones más ventajosas como Matehuala, Potrero, Vanegas y Cedral.
Por los años 1887-1891 en pleno auge del Porfiriato, grandes mejoras urbanas se realizaron en Catorce: se introdujo el telégrafo, el ferrocarril Potrero-Cedral, calles bien empedradas, plazas bien arregladas y bellas fuentes.
Un comercio abundante e intenso movilizaba su población. La energía eléctrica se introdujo en estos tiempos para la explotación de las minas.
El Presidente de la República, el General Porfirio Díaz visitó Real de Catorce en junio de 1895. Bajo su régimen, la minería catorcena alcanzó un auge extraordinario. El valor de la producción de los metales preciosos aumentó a una tasa anual de 5.1%, pese a que la plata descendió de valor.
Al término del siglo XIX Catorce alcanza la cima de su apogeo, inaugurándose el 2 de julio de 1901 el famoso túnel de Ogarrio. Este se había iniciado desde julio de 1897 bajo la dirección de Manuel Baranda, y el constructor fue don Vicente Irizar Aróstegui, quien también construyó el túnel de Acacio en Zacatecas.
El gobernador en aquel entonces en turno fue el ingeniero Blas Escontría. El nombre de Ogarrio se le dio por el pueblo español donde nació precisamente su constructor, el señor Irizar.
La iniciativa por la cual se construye este túnel para accesar al Real de Catorce a través del cerro fue de los Condes de la Maza: Santos, Gregorio, Joaquín y Pedro
La plaza de toros la mandó construir el empresario Diego González Lavín, para lo cual pidió licencia al cabildo en febrero de 1863 y la ubicó frente al panteón. El palenque de gallos, el cual presenta un armónico y sólido estilo Romano, también la hizo construir don Diego González Lavín.
Muestra de la vivacidad de su población durante la época del Porfiriato, fueron los numerosos periódicos que circularon, aunque algunos de vida efímera.
Así surge "El Único" en 1871 un poco antes del Porfiriato, "El Porvenir de Catorce" en 1874, "El Eco de la Montaña" en 1894 y también en el mismo año "El Proletario." Todas dieron testimonio de la avidez por publicaciones y letras propias de un lugar en auge.
Francisco M. Coghlan toma la Mina de Santa Ana en malas condiciones hacia 1885, y pronto introduce obras de perfeccionamiento que le llevan seis años en realizar. Se introduce la electricidad en malacates, se colocan bombas de vapor para la extracción de agua, se nivelan los pisos y se instalan vías férreas para extraer las cargas del mineral.
Real de Catorce empieza a declinar por 1905, pues los métodos de explotación minera ya eran obsoletos y hacían incosteable la explotación, además el agua inundó los socavones, y por si fuera poco, los dueños de las minas convertidos en hombres poseedores de notabilísimas riquezas, prefirieron regresar a sus lugares de origen descuidando la explotación minera.
De tal forma, para 1910 cuando asoma la revolución mexicana, la única mina que trabajaba en forma era Santa Ana. El trabajo disminuyó notablemente, así como el comercio, llevando a Catorce al abandono.